TODA CLASE DE ESCAMAS
(Adaptación del cuento "Toda clase de pieles")
Érase una vez que se era una
pequeña princesita de esas típicas que salen en los cuentos de hadas… bueno,
típica sólo durante sus primeros años de vida, durante los que había tenido la
misión de cuidar al dragón en lo más alto de la más alta torre.
Dragón |
Sí, y habéis entendido bien; digo
cuidar porque era eso lo que constantemente hacía la princesita: leía cuentos
al dragón, le cantaba canciones, le contaba chistes y adivinanzas, y le
preparaba toda clase de juegos. Tan divertido estaba el dragón que no permitiría que la princesita se marchara de allí hasta
que, cuando fuera mayor, un valiente caballero de brillante armadura la
rescatara de sus garras, montado en un flamante caballo y se casara con ella…
pero los planes de esta princesita eran bien distintos.
Una buena mañana, la princesita se
hartó del cuento y decidió marcharse del lado del dragón. La primera vez se lo
pidió educadamente, pero el dragón se negó: tenía que quedarse hasta que un
valiente caballero de brillante armadura la rescatara de sus garras, montado en
su flamante caballo y se casara con ella. Lo mismo ocurrió las 299 veces
restantes en las que ese mismo día insistió la princesita. Finalmente le dijo
al dragón:
- Está bien, me quedaré contigo con
una condición, quiero tres disfraces, únicos e irrepetibles: el primero debe
ser un disfraz de Sol, con telas más brillantes y doradas que el propio sol, el
segundo, de Luna, con telas más brillantes y plateadas que la propia luna, y el
tercero, de Estrellas, con telas más brillantes y adiamantadas que las propias
estrellas-.
- Bien, los tendrás entonces-.
El dragón tardó dos meses en
encontrar los disfraces, pero finalmente se hizo con ellos y se los regaló a la
princesa: el primero de Sol, con telas más brillantes y doradas que el propio
sol, el segundo, de Luna, con telas más brillantes y plateadas que la propia
luna, y el tercero de Estrellas, con telas más brillantes y adiamantadas que
las propias estrellas.
El dragón, dijo entonces a la
princesita: -Después de estos regalos que te he hecho tendrás que quedarte…
pero para siempre-. Y se rió con malvada risa.
La inteligente princesita,
horrorizada por los nuevos planes del dragón, le recordó el trato: los tres
disfraces a cambio de quedarse hasta que un valiente caballero de brillante
armadura la rescatara de sus garras, montado en su flamante caballo y se casara
con ella. Si el dragón quería que se quedara para siempre, tendría que hacerle
un nuevo regalo.
Toda clase de escamas |
-Me parece un trato justo- dijo el
dragón- ¿qué quieres a cambio?-.
- Quiero un abrigo con toda clase
de escamas, de todos los dragones y criaturas mágicas que existen en el mundo,
incluidas las tuyas-.
Entonces el dragón mandó hacer el
abrigo de toda clase de escamas… y tardó tres meses en conseguirlo, pero
finalmente se lo presentó a la princesita.
Esa misma noche, nuestra pequeña
amiga, urdió un plan: metió los disfraces en un hatillo, se puso el abrigo de
toda clase de escamas que le cubría hasta la cara, las manos y los pies, y se
guardó en uno de los bolsillos sus más preciados tesoros: un diente de leche,
un palito de helado y una piedra pintada por ella.
Cuando la noche era más oscura,
escapó de la torre y corrió y corrió hasta llegar al bosque más cercano. Estuvo
corriendo días y días, con sus noches y noches. Se alimentaba con los frutos
que encontraba en el camino y bebía del rocío que se acumulaba en las plantas.
De pronto, un día, mientras dormía en una pequeña madriguera con sus pequeños
conejos, escuchó una jauría de perros que se acercaba a su escondite. Detrás de
los perros llegaron los cazadores y justo cuando iban a disparar a la
madriguera nuestra princesita gritó.
-¡No disparéis soy una niña!-.
Efectivamente, aquel aparente
lagarto destartalado parecía ser una niña, algo fea y desaliñada, pero una
niña. Uno de los cazadores la ofreció vivir en el Palacio de Reino Cercano,
aprendiendo el oficio de cocinera, a lo que la princesita accedió, sin revelar
su verdadera identidad.
Un día, en las cocinas se oyó el
rumor de que el príncipe de Reino Cercano, no tenía ningún amigo de verdad, en
el que pudiera confiar: todos se alejaban de él porque era tremendamente tímido.
Era por eso, por lo que los reyes, habían convocado a todos los principitos y
princesitas de los Reinos Lejanos y Muy Muy Lejanos a una gran fiesta de
disfraces, con el objetivo de que en ella, el Príncipe de Reino Cercano cogiera
confianza con alguien y forjara una buena amistad.
Nuestra princesita se enteró de la
invitación y se acordó de sus fantásticos disfraces. Subió a su habitación y se
puso el primero de ellos, el disfraz de Sol hecho con telas más brillantes y
doradas que el propio sol. El Príncipe de Reino Cercano se fijó inmediatamente
en ella.
-¡Qué disfraz más original!- pensó.
Estuvo toda la tarde mirándola, pero no fue capaz de acercarse a ella, era un poco
tímido.
Cuando acabó la fiesta, la
princesita se quitó el disfraz y se puso el abrigo de Toda Clase de Escamas, se
embadurnó las manos y la cara de barro y bajó a la cocina a hacer la cena al
Príncipe de Reino Cercano. Al fondo de la sopera dejó caer el diente de leche y
le subió la cena al príncipe.
El pequeño, empezó a comer la sopa
y al final encontró un diente de leche. -¿Se me habrá caído a mí?- pensó
asustado. Pero tras comprobar que tenía todos los dientes en su sitio decidió
bajar a las cocinas a preguntar de quién era aquel dientecillo. No obtuvo
respuesta, así que se volvió a la cama.
Pasó el tiempo y el Príncipe de
Reino Cercano seguía sin amigos de verdad. Los reyes montaron entonces otra
fiesta de disfraces, pues esto entretenía bastante al Príncipe. Nuestra
princesita decidió, de nuevo, asistir, esta vez con el disfraz de Luna hecho
con telas más brillantes y plateadas que la propia luna. El Príncipe de Reino
Cercano, al verla, decidió armarse de valor y acercarse a saludarla…
-Hola- dijo tímidamente-.
-¡Hola, qué tal!- contestó
entusiasmada la princesita-.
Este exceso de entusiasmo hizo que
el príncipe estuviera el resto de la noche cerquita de ella… pero muy callado.
Cuando llegó la hora, la princesita
volvió a cambiarse, a llenarse de barro y a subir la cena al Príncipe de Reino
Cercano, dejando caer esta vez el palito de helado. El Príncipe, de nuevo
sorprendido, bajó a las cocinas a preguntar por qué únicamente le llevaron el
palo sin el helado, pero no obtuvo respuesta alguna. Esta vez, fue el Príncipe
quien, armándose nuevamente de valor, pidió a sus padres una tercera fiesta.
Como las tardes anteriores, la
princesita se disfrazó con su disfraz de Estrellas, hecho con tela más
brillante y adiamantada que las propias estrellas. El Príncipe de Reino Cercano,
al verla, se acercó y la saludó:
-¡Hola, qué tal!- dijo
entusiasmado.
En ese momento él y la princesita
no pararon de hablar y hablar. Ella le contó cuentos, le cantó canciones y
escuchó y se rió con sus chistes malos. Según pasaba la tarde se iban conociendo
más y más, y el Principito, que tenía la corazonada de que a esa princesita no le
importaba su tremenda timidez, dejó caer en su muñeca una pulsera de la amistad
de la que él tenía la otra parte.
La princesita estaba tan emocionada
que se le pasó la hora de la cena y cuando se quiso dar cuenta era tan tarde
que se despidió corriendo del Príncipe de Reino Cercano y se fue a ponerse el
abrigo de Toda Clase de Escamas encima del disfraz… no le daba tiempo a
quitárselo. Se olvidó de embadurnarse la cara y las manos y no se dio ni cuenta
de lo que llevaba en la muñeca… Cuando terminó la sopa, dejó caer dentro de
ella la piedra pintada.
El principito ya estaba esperando
en la mesa cuando la princesita le llevó la cena.
-No te marches, me acabaré la sopa enseguida
y te llevas el cuenco de vuelta a la cocina-.
Al final del cuenco había un nuevo
objeto, una piedra pintada, pero el principito apenas hizo caso a la
piedrecilla. –Ya puedes retirar el cuenco- dijo.
¡Cuál fue su sorpresa al notar en
la mano de esa muchacha la pulsera de la amistad que había deslizado en ella
durante la fiesta!.
Entonces pisó la cola del abrigo de
Toda Clase de Escamas y descubrió a la muchachita disfrazada de Estrellas.
-¡Tú!- dijo el principito muy ilusionado. Los reyes mientras tanto, miraban
asombrados cómo había desaparecido la timidez de su hijo. Los niños explicaron
lo ocurrido a los reyes, quienes sacaron a la princesita de la cocina y la
dieron un nuevo cargo Real que ella cumplió encantada: sería la amiga del
Príncipe de Reino Cercano.
Los principitos crecieron en
amistad, año tras año, en verdadera amistad, esa que nunca busca intereses
propios, que siempre perdona, que siempre ayuda y sostiene en los momentos
difíciles. Con el paso del tiempo la amistad se convirtió en el más puro amor
que se haya conocido sobre la Tierra y una noche… la Princesita que ya era toda
una Princesa encontró en su cuenco de sopa un extraño objeto… un anillo de
boda. Ese mismo año la Princesa y el Príncipe se casaron y vivieron felices y
comieron perdices.
I.
JUSTIFICACIÓN
He realizado esta adaptación
basándome en los niños de edades comprendidas en la etapa Imaginativa (6-8
años), aunque debido a la extensión del relato, lo centraría más en los niños
de 7-8, los más mayores de esta etapa.
¿Por qué estas edades? En primer
lugar porque uno de sus temas favoritos son los cuentos folclóricos y
maravillosos, más aún si mezclan lo
humorístico y burlesco con lo fantástico. En esta adaptación se ha
intentado dar un toquecillo de humor, que se nota sobre todo al comienzo de la
historia, que da como resultado una adaptación desenfadada del cuento de Toda
clase de Pieles.
En cuanto a las motivaciones de los
niños de esta etapa, encontramos que los textos o narraciones deben tener un argumento completo con su introducción
(el inicio de la historia de la princesita y el dragón), nudo (desde que la
princesita decide cambiar su destino hasta que el príncipe descubre quién es su
misteriosa nueva amiga) y desenlace (el descubrimiento de la princesita debajo
de Toda Clase de Escamas y el final de la historia con el matrimonio de los
protagonistas). El desenlace debe ser
rápido, como así se ha intentado, ya que si se compara esta parte de la
narración con las dos anteriores, se puede observar que es la más directa y
rápida; el príncipe decide sin más lanzarse a ser amigo de la extraña invitada
y deslizar en su muñeca una pulsera de la amistad. Desde ese momento el final
se desencadena rápidamente. El argumento además debe transmitir suspense y acción con una narración sencilla, directa y
unidireccional, como se ha intentado hacer durante todo el relato, y debe
ser comprensible y conveniente, por
lo que, como se explica más adelante, se han eliminado escenas originales como
la del pretendido incesto por parte del Rey a su hija.
La narración se caracteriza también
por tener diálogos, frases directas y simples y una construcción cadenciosa, que motivará también a los niños de la
etapa imaginativa. La cadencia de la narración se ha conseguido mediante la
repetición de distintas estructuras y frases, en las que cambian solo algunas
palabras, como ocurre durante la petición de los disfraces, o en el esquema de
las fiestas en las que el príncipe y la princesita se van conociendo.
Además del toque desenfadado que
comentábamos al principio, los cambios que he realizado son:
- He sustituido al rey por el dragón que quiere que la princesita se quede con él para siempre, eliminando con ello el tema del incesto, ya que no lo considero nada adecuado para las edades de las que hablamos. Según las etapas del desarrollo, los niños de 7-8 años se encuentran en la etapa del pensamiento intuitivo y ya tienen un concepto de moralidad absoluto, por lo que les chocaría la situación entre el rey y la princesa. Además el hecho de que el dragón sea un animal fantástico que habla y se comporta como las personas, hace que la historia sea también atrayente para los niños de la etapa imaginativa, ya que a esta edad disfrutan con los antropomorfismos.
- La princesita, no destaca por ser la más bella del Reino, sino por ser divertida, inteligente, creativa y por no dejarse llevar por los aparentes defectos de los demás. Con esto he querido eliminar el estereotipo de princesa que, según las críticas "de moda", suelen transmitir los cuentos folclóricos, haciendo valer más a la protagonista por otras virtudes distintas de la belleza. Asimismo, el príncipe, no se dejará llevar por el aspecto físico a la hora de trabar amistades o, una vez son adultos, pedirla matrimonio.
- He cambiado los vestidos por disfraces, ya que esto se asemejaba más al carácter desenfadado y divertido de la princesita protagonista. Lo mismo he hecho con los objetos que originalmente le regala su madre.
- También he cambiado el material del abrigo, por ser un dragón el encargado de mandar fabricarlo, convirtiéndolo en un abrigo de toda clase de escamas.
- He adaptado el típico baile para encontrar esposa, por una fiesta de disfraces que convocan los reyes para su hijo, que en lugar de ser un apuesto príncipe, es un niño tímido al que le cuesta hacer amigos.
- Para eliminar también el estereotipo de un “flechazo a primera vista”, se ha cambiado el final del cuento, haciendo que los príncipes sean amigos, crezcan progresivamente en esa amistad que con el paso de los años se convierte en amor puro. El final queda resuelto por completo, sin dejar dudas a los niños que, en esta etapa, es una de sus motivaciones, dejando claro que tras la amistad y el amor verdadero, el príncipe y la princesa se casan.
Los elementos mantenidos son, por
tanto:
- La necesidad de la princesita de ganar tiempo para atrasar su condena, lo que justifica que le pida los disfraces al dragón. Se mantiene así una de las funciones de los tres vestidos o disfraces, y por supuesto la del abrigo de Toda clase de Pieles, o Escamas, como es nuestro caso, que le sirve a la princesita para ocultar su identidad.
- He mantenido la forma de huir de la princesita y su supervivencia en el bosque, así como la manera en que llega al palacio del príncipe y se pone a servir en las cocinas.
- Se ha mantenido también la forma en que la princesita conserva su doble identidad entre la cocinera con el abrigo de Toda Clase de Escamas y la princesa que acabará casándose con el príncipe.
- La manera en que la princesa intriga al príncipe haciendo caer sus objetos en la sopera, y quitándose los vestidos, también la he mantenido, cambiando simplemente cosas anecdóticas, como los objetos que echa en la sopa.